martes, septiembre 20, 2005

Autor Eduardo Cortes Barrero. COLOMBIA


El contexto colombiano hoy esta marcado por varias características: una guerra desgastante, un aumento del control y militarización de la vida social y un bloque dominante con diversas tendencias a su interior pero con clara intención de consolidación alrededor de un modelo tecnócrata, neoliberal y fascista. Esto genera un ambiente de autoritarismo (es más que un ambiente), totalitarismo e inestabilidad política y social, que a pesar de la diferenciación de intereses en el campo hegemónico, requiere una respuesta unificada por todos aquellos que se identifican con los mismos valores de la democracia o con elementos más elaborados de orden emancipatorio. El modelo unipolar de expansión del imperio norteamericano encuentra en Colombia y otros países con capitalismo dependiente una aplicación concreta a través del llamado “Estado Comunitario” que centraliza el poder en el gobierno y asume a la comunidad como dispuesta y necesitada de obediencia. Esta claro sin embargo que solo se habla de poder político con control de ejércitos locales, porque el poder económico dentro del sistema unipolar no depende de los estados sino del sistema financiero internacional y el poder militar como tal esta concentrado en las manos del imperio que lo aplica a voluntad para expandirse y proteger sus intereses. En Colombia el gobierno de Alvaro Uribe Velez, concentra la causa de la crisis social en las fracturas existentes al interior del bloque dominante y su debilidad para enfrentar al enemigo, para ello implementa el modelo de Estado Comunitario, que al centralizar el mando, elimina todo referente de poder diferente por lo que desata la guerra contra la insurgencia invisibiliza y pretende acabar con los movimientos de resistencia y oposición, legaliza los paramilitares, compra y controla el poder legislativo, cerca del 40% de los parlamentarios al congreso nacional obedecen al paramilitarismo, buscando así limitar por vías de reformas del poder judicial. La consigna del gobierno es introducirse en la conciencia de la comunidad como único referente de poder. Además, dicho modelo supone la participación de la ciudadanía, siempre y cuando se mantenga el control político del gobierno sobre cualquier ejercicio de la comunidad, esto se evidencia en el direccionamiento de la información y el modo en que se emite o difunde; las reformas educativas introducidas en todos los niveles básico, medio y superior, el crecimiento de las redes de inteligencia a través de informantes y cuerpos especializados, la constante presencia del presidente (Uribe Velez) y sus símbolos de poder en todas las esferas de la vida del individuo y la realización de los consejos comunitarios para ser visible y legitima su gestión. La táctica ha sido públicamente declarada.
La población debe tomar partido, las resistencias culturales para tal efecto son “domesticadas”, o son asociadas con el terrorismo que al convertirse en el enemigo internacional del sistema, también lo es en el plano local y tiene sus representantes en los grupos con vocación opción de poder, que no necesariamente deben ser armados, pues ya como se dijo cualquier grupo social que resista y no sea funcional a la política establecida es enemigo y debe ser eliminado a niveles de invisibilidad.
El modelo comunitario, como se dijo en un inicio, es una pieza dentro del modelo unipolar y se engrana a través de los pactos económicos (ALCA y TLC) y políticos militares llamados de “Cooperación”, donde Colombia encuentra su papel como fuente de materias primas y mercado ambiental, corredor económico y militar para el sur, laboratorio de guerra, centro de reforma administrativas y financieras, nuevo mercado de servicios educativos y de mano de fluctuante, entre otros. Territorio clave para la implementación integral del modelo, a eso obedece la aparición de Colombia como articulador de los distintos planes de dominación (Plan Colombia, Plan Puebla Panamá, entre otros), y el afán de la implementación de acuerdos bilaterales con los EEUU.
Frente a estos escenarios, no obstante se ha venido configurando un bloque de oposición que se coacciona en torno a banderas como lo anti-reeleccionario, la protección de la producción nacional, los acuerdos humanitarios, la solución política negociada al conflicto armado entre otros. Del mismo modo que se hace cada vez mas fuerte el movimiento social y popular reivindicativo de derechos y garantías democráticas usurpadas por el autoritarismo reinante. Es preciso entender que el quiebre del modelo hegemónico se da a partir de la presencia de fuerzas capaces de disputarle el poder, y el reconocimiento de mando legitimo por parte de las comunidades a escala local, regional, y nacional; para lo cual es necesario que tanto organizaciones sociales como políticas desarrollen sus propuestas sectoriales y regionales en el marco de un proyecto nacional que reivindicativo las identidades propias, pues solo de esa manera se pueden coaccionar capas de la población que vienen resistiendo aisladamente
Conclusión. La política de Alvaro Uribe es de

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