miércoles, abril 19, 2006

SEMBLANZA DE CARLOS GAVIRIA

Semblanza de Carlos Gaviria y Proclamación de la unidad
Discurso pronunciado por el Maestro Orlando Flas Borda durante el Congreso Nacional de Unidad



Aunque la idea del “hombre providencial” quedó desacreditada desde la caída del Tercer Reich en 1945 (y en casos anteriores y posteriores de dictadores y presidentes colombianos), no he encontrado todavía ninguna figura retórica que explique mejor la función vital, ascenso y dedicación a una causa justa, aplicable al recorrido de Carlos Gaviria Diaz en nuestro país. Lo más cercano sería el sentido de oportunidad histórica que va implícita en dicha vida, junto a la posibilidad de aplicarle el principio del “caudillo anticaudillo” que introduje en la “Historia Doble de la Costa” para el extraordinario presidente Juan José Nieto, del Estado Soberano de Bolívar.

Hay obvios aspectos de personalidad que van envueltos en el periplo del doctor Gaviria: como su simpatía carismática, su rostro de benefactor social, sus canas respetables dePapá Noel, su amplia cultura humanista, sus veleidades poéticas, su fino humor paisa. Pero en todo ello subyace algo indescifrable que sólo puede recogerse, que yo sepa, en el concepto de “fatum” o destino de los griegos, o de “predestinación” según las doctrinas de Calvino. Vale decir, en términos más aterrizados, que ha habido en su caso una especial combinación de circunstancias personales, coyunturas históricas y contextos políticos nacional e internacional, como el poderoso avance de la ola socialista raizal desde el sur del continente hasta Venezuela y México. Todo esto ayuda a explicar el poderoso perfil como hombre de Estado y presidenciable que Carlos Gaviria ha adquirido, y la esperanza que suscita así en grupos cultivados como en masas populares. El no tener un pasado político, y menos politiquero, añade a su “sexappeal” político, por su transparencia y rectitud.

Por supuesto, ha habido una evolución en su personalidad, desde cuando lo conocí hace unos veinte años como hombre de letras y decano universitario en Antioquia, luégo como probo magistrado y hombre de leyes. Nuestros caminos se encontraron en la Asamblea Nacional del Frente Social y Político (FSP) del año 2000, por invitación de Luis Eduardo Garzón. Ingresamos juntos: él para una eventual y exitosa candidatura al Senado, donde aún está, y yo como posterior Veedor del Frente. Ambos comprendimos que las tareas de esta novedosa confluencia de movimientos sociales y políticos —que retomaban el viejo sueño de “Colombia Unida”—, aún con todas sus tensiones y previsibles divergencias sobre medios y fines, sin olvidar nuestros orígenes, fundadores, guerreros y mártires por la justicia, eran y siguen siendo estratégicas para el progreso nacional y avance de los intereses populares, más allá del conocido bipartidismo, es decir, para el necesario crecimiento de las izquierdas colombianas. Allí están: los principales sindicatos y Dignidad Obrera, Presentes por el Socialismo, Partido Comunista, Colectivo Guillermo Marín, Unión Patriótica, Movimiento por la Defensa y los Derechos del Pueblo, Movimiento por la Constituyente Popular, y movimientos de mujeres y jóvenes, diversidad sexual, culturales, étnicos, campesinos y otros.

Nos interesaron los experimentos en fomentar el pluralismo ideológico, la tolerancia y la civilidad, y superar el sectarismo, el centralismo, el verticalismo, el machismo y otras marcas tradicionales, tareas vitales que no se podían dejar de lado. Son ideales democráticos y populares en buena hora retomados y enarbolados por movimientos y partidos afines agrupados en el nuevo peldaño hacia el poder del Estado, que es la alianza Alternativa Democrática, con el MOIR, Partido Unidad Democrática, Movimiento Ciudadano, Opción 7, Autoridades Indígenas de Colombia y Frente Social y Político con todos sus componentes.

Ahora vemos que estos primeros esfuerzos de unidad pluralista, realizados con el liderazgo y buen ejemplo cívico del Senador Gaviria, con todo y la natural reticencia de éste como “caudillo anticaudillo”, han valído la pena. Con Gaviria y los otros importantes dirigentes de Alternativa Democrática, se fue llenando el vacío organizativo y programático que ha afectado la eficacia de los grupos radicales, progresistas e independientes del país, y a los sindicatos y movimientos sociales y culturales. Casi sin advertirlo, se pusieron las bases para la candidatura presidencial de Gaviria a pesar de él mismo. Tarea muy oportuna en vista de la apabullante situación crítica de la Nación .

Estos trabajos se enriquecieron a partir de febrero del presente año con los fructuosos contactos con el Polo Democrático Independiente, para ampliar todavía más el compás y las caudas de las fuerzas progresistas. Nuevas y promisorias perspectivas de transformación nacional y regional se vienen dibujando desde entonces. Sería extraordinario para el país y sus regiones, ansiosas como están de cambios estructurales en este campo, que naciera así el partido del nuevo y mayor nivel: el gran organismo cobertor o “paraguas” que el actual momento requiere, como sería un nuevo Polo Democrático Alternativo (PDA), o con algún otro nombre adecuado, en el que todos cupiéramos con amplitud, respeto y generosidad, en aras de las patrióticas tareas que nos lo demandan.

Necesitamos unirnos para la acción política en el momento electoral de estos meses, y para la prospectación de los asuntos del Estado. En verdad, desde hace un tiempo ya empezamos a ocupar este espacio de poder de manera pacífica y democrática en varias ciudades y en un buen número de entidades territoriales. No dudo de que por este constructivo curso seguiremos con victorias populares. Porque “la democracia es el camino”, dice el doctor Gaviria, un camino como es la “minga” o el “ubuntú” ’por Colombia, con el fin de corregir, con la Constitución de 1991 en la mano, los desvaríos de dependencia externa, guerra interna, abuso de poder y favoritismo a los ricos que practica el gobierno actual.

En mi opinión -y en la de muchos otros—, la unidad de las nuevas fuerzas alrededor del nombre de Carlos Gaviria es esencial para superar los peligros, ya evidentes, de fascismo mediático y caudillismo mesiánico primitivo que despliega el actual Presidente de la República. Cuatro años más de mandato para un político que no cumplió lo prometido, que ha demostrado tener poco corazón humanitario y demasiado mano bélica en todo -con sus peligros de terrorismo de Estado—, destruiría lo que queda de las tradiciones libertarias y democráticas que, mal que bien, han caracterizado a la sociedad colombiana desde su fundación. El guerrerismo arrodillado de Uribe ante intereses extranjeros y paramilitares, no formaba parte de la cultura básica de nuestro pueblo, quizás y sólo marginalmente, de la de nuestras clases oligárquicas. Hoy esa semilla destructiva, antipatriótica e inmoral se siembra hasta en las fuentes primigenias de la familia campesina e indígena. Si así seguimos, surgiría un Estado despótico y totalitario al estilo de la hacienda policiva que Orwell describió en 1984, algo que dejaría pequeñas las descripciones furibundas de Jorge Zalamea y García Márquez sobre los decadentes patriarcas latinoamericanos.

Por eso, sólo desastres percibo si no se detiene la campaña del Presidente Uribe y se le desplaza de su posición, así como a su fatal equipo de gobierno. Hay algo malsano que quiere perdurarse en la Casa de Nariño y difundiéndose desde ella, que va contra las mejores tradiciones éticas del país y de las sencillas costumbres democráticas que nos caracterizaban en América. Por eso estimo que vale la pena apoyar la candidatura “providencial” de oposición al régimen, que representa Carlos Gaviria. Por eso votaré por él y trabajaré a su lado en la actual coyuntura nacional, y me permito con gran entusiasmo invitar a ustedes y a mis amigos y amigas de todo el país, a hacer lo mismo.

Tengo, pues, el orgullo y el inmenso honor de presentar al Senador Carlos Gaviria y proclamarlo como Candidato Nacional de las Izquierdas Colombianas de todo el país, dondequiera que se encuentren, incluyendo, por supuesto, a las bases y dirigentes del Polo Democrático y de otras organizaciones afines que así lo determinen.

Invito cordialmente a acelerar las conversaciones de unidad con el Polo, y quiero destacar la presencia de sus dirigentes con nosotros esta noche, como hecho de esperanza. Confirmemos nuestra lealtad a los históricos acuerdos que se hicieron en marzo y a los que se seguirán haciendo en torno a la unidad política y organizativa incluyendo estatutos y cuerpos directivos representativos. Los necesitamos en los actuales tiempos de peligros reaccionarios y de disolución nacional por la Violencia que persiste con sus crueldades, aberraciones e injusticias, por ninguna culpa de nuestros sufridos pueblos de base.

Si lo hacemos así, mereceríamos avanzar aún más y vencer en los próximos comicios para corporaciones públicas y para la presidencia de la República. Sería la primera vez en un siglo que las izquierdas populares llegaran de lleno al poder del Estado, desde la triunfante revolución socialista y artesanal del general José María Melo en 1854. Creo que esta fulgurante posibilidad puede repetirse, lo que podrá ver y entender la gran mayoría de esperanzados compatriotas, que lo demostrarán en las urnas y con sus votos el año entrante. Quieran el Dios de Colombia y las deidades de los grupos fundantes de nuestra nacionalidad, velar para que logremos llegar unidos y unidas a las metas que nos hemos propuesto.

Gracias a los dirigentes, cuadros, activistas, miembros de grupos temáticos, los cumbiamberos de mi tierra, y los niños recitadores del poeta momposino negro, Candelario Obeso, y a todos ustedes, compañeros y compañeras, por haber hecho posible el inolvidable acto de esta noche, y por continuar trabajando muy bien para que nuestros sueños e ideales se hagan, por fin, realidad. ¡Viva la unidad de los pueblos! ¡Viva Colombia!



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Carlos Gaviria Díaz nació en el Municipio de Sopetrán (Antioquia), es abogado de la Universidad de Antioquia y adelantó estudios en derecho constitucional y teoría política en la Universidad de Harvard.

La defensa de los derechos constitucionales de los colombianos ha sido el eje articulador de su actividad académica, judicial y política. Se ha desempeñado como Juez Promiscuo Municipal de Rionegro (Antioquia), profesor universitario de la Universidad de Antioquia por más de 30 años en el campo del derecho constitucional, la ciencia política, y teoría del derecho. Fue decano de la Facultad de Derecho, Director del Instituto de Ciencia Política y Vicerrector General de la misma Universidad. En el período transcurrido entre 1993 y 2001 se desempeñó como Magistrado de la Corte Constitucional, corporación en la que ocupó la Presidencia en el año 96. Desde el año 2002 fue elegido Senador de la República por el Frente Social y Político, cargo al que accedió con la quinta mayor votación.

Una hoja de vida pulcra e intachable y una experiencia de trabajo que refleja su compromiso con un programa de izquierda que busca la transformación real de la sociedad, lo ha llevado a ser proclamado candidato a la Presidencia de la República por la coalición de Alternativa Democrática.

Frente a la actual situación nacional, Carlos Gaviria propone derrotar la violencia atacando las bases estructurales de un conflicto político que surge ante la incapacidad del Estado de garantizar prestaciones básicas en materia de trabajo, alimentación, salud, vivienda digna, educación y seguridad social. De tal manera, se inclina por una política de paz centrada en el diálogo, acompañada de inversiones sociales financiadas a través de políticas redistributivas que permitan suplir las carencias del Estado. Se opone a las políticas económicas que han contribuido a aumentar los índices de desempleo, la crítica situación del campo, el desmonte de los derechos de los trabajadores y la inequidad en la prestación de los servicios de salud y educación.


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